Diabetes azucarada
Se conoce con este nombre la alteración de la nutrición que imposibilita al organismo asimilar y aprovechar el azúcar de los alimentos, viéndose el cuerpo obligado a expulsar por la orina esta substancia que, al quedar en su interior, le perjudicaría como cualquier materia extraña.
Regida nuestra naturaleza por leyes inmutables que la llevan a mantener su vida, no puede obrar en su perjuicio, de aquí que si expulsa el azúcar de los alimentos es porque, no estando en aptitud de aprovechar este producto, su permanencia en el organismo sería causa de perturbación, y, por tanto, de mayor perjuicio.
La acidificación de la sangre por fermentaciones pútridas del intestino hace necesario expulsar el azúcar destinado a aumentar el proceso de fermentación ácida originado por fiebre interna. Así, pues, la eliminación de azúcar es favorable y no debe suprimirse con drogas …, sino atender la causa del desarreglo que está en la digestión, refrescando el tubo digestivo. Esta dolencia hace víctimas entre personas que abusan de la buena mesa y privan a su cuerpo de ejercicio físico, aire puro y actividad eliminadora de su piel. Ella es desconocida entre campesinos que transpiran en el trabajo diario al aire libre y se alimenta frugalmente.
La orina del diabético es abundante, llegando a tres litros o más diarios. Esta pérdida de líquido provoca sed insaciable. Además de estos síntomas puede haber insomnio, dolor de cabeza, picazón de la piel, trastornos en la vista y debilidad general. Suele haber gran apetito, pero a pesar de que el enfermo come mucho, va perdiendo carnes porque el organismo no puede aprovechar debidamente los alimentos que se corrompen por la fiebre interna, siempre existente en estos enfermos.
Es sabido que en el diabético cualquier herida se transforma en úlcera supurante. Estos procesos son resultado de la tendencia curativa del organismo que en esa forma procura deshacerse de impurezas de su sangre elaboradas en malas digestiones crónicas propias de estos enfermos. Las heridas supuran y no cierran porque por ellas el cuerpo descarga materias perjudiciales para su economía.
La medicina se empeña en hacer desaparecer el azúcar de la orina por medio de medicamentos y régimen antinatural de alimentación, como es suprimir alimentos que pueden producir azúcar, sustituyéndolos por carnes y otros productos concentrados. Lo que se consigue con esto, es dejar al enfermo más intoxicado, aumentando en su cuerpo la acumulación de substancias extrañas y obligando a los órganos de la digestión a un trabajo excesivo, con lo que el paciente, a pesar de la sobrealimentación, cada día sigue perdiendo fuerzas. No es de extrañar pues, que tratada la diabetes en forma tan antinatural, sea enfermedad incurable.
Para verse libre de esta dolencia, es preciso adoptar régimen alimenticio a base de frutas crudas, ensaladas y semillas como nueces, sin importar el que se ingiera o no azúcar natural, porque no es esto lo que se va a enmendar, importando sólo restablecer la normalidad digestiva, de donde resultará formación de sangre pura. El diabético es desnutrido e intoxicado por putrefacciones intestinales, originadas por fiebre interna e inactividad de su piel. La temperatura alta favorece la fermentación pútrida, formando sangre ácida y tóxica, característica de la acidosis común a estos enfermos.
Los alimentos que más convienen al diabético son los crudos como; las paltas, manzanas, fresas, naranjas, nísperos, cerezas, nueces, almendras, avellanas, aceitunas sin sal, aceite o cocidos como; pan integral, (poco), sopas de quáker o verduras, espárragos, alcachofas, callampas, repollos, coles, coliflor, ensaladas de apio, lechugas, espinacas; al vapor porotos tiernos, arvejas tiernas (pocas), acelgas, habas tiernas, pencas, tallos crudos, cebollas, achicoria, tomates, pepinos, rábanos, etc.
Ejemplo de menú para diabéticos:
Al despertar – un vaso de agua pura o con jugo de limón.
Desayuno – Manzanas o naranjas (una a tres). En general fruta cruda de la época.
Almuerzo – Una ensalada abundante, especialmente lechugas, una tortilla de verduras con huevos y un poco de queso fresco, si se desea.
De postre una manzana asada o almendras.
Comida – Una ensalada abundante, una taza de caldo de cereales (hervir trigo, maíz, cebada y avena) o verduras con una yema de huevo o sin ella y un poco de pan integral con nueces o requesón.
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